La fiebre aparece cuando hay una enfermedad que afecta al organismo. La fiebre es toda elevación patológica de la temperatura. La temperatura, según sea más o menos alta, se puede clasificar de la siguiente forma:
Cuando se tiene fiebre aumenta la circulación sanguínea, con rubor, transpiración y la aceleración de los ritmos cardiacos, que corresponden con el pulso. Una frecuencia de 70 pulsaciones por minuto corresponde a 37°C de temperatura corporal. Si la frecuencia es de 90 pulsaciones, la temperatura del paciente es de 38°C de fiebre. Si el pulso se sitúa entre 100 y 110 pulsaciones por minuto, la fiebre es de 39°C y cuando las pulsaciones estan entre 110 a 120, la fiebre del paciente alcanza los 40°C.
La fiebre surge como una reacción del organismo ante la enfermedad, provocada por una bacteria o virus. Debido a que es un síntoma importante, lo más conveniente es avisar al médico inmediatamente. Pero ¿qué hacemos mientras llega? Primero mencionemos lo que no debemos hacer: medicarnos por nuestra cuenta, sin conocer las causas de la enfermedad y las posibles contraindicaciones de los medicamentos, automedicarse es un gran peligro.
Ahora veremos lo que podemos hacer mientras llega el médico:
El dolor es tan frecuente y común en la vida del hombre que cuando es benigno no le damos ninguna importancia. El dolor es una defensa del organismo una señal de alarma, una advertencia de que algo en nuestro curpo no esta funcionando bien. Por lo que, desde el punto de vista médico, no se puede dejar de darle importancia, por poco importante que pueda parecer. En consecuencia, también es importante que cada uno de nosotros sepa describir "ese dolor" que siente cuando el médico pregunta por sus características. El dolor se clasifica por su localización, sus características, por las condiciones en que aparece, por su duración y por su evolución. Los más comunes son los dolores abdominales, los dolores de cabeza y los torácicos. Los dolores de cabeza con frecuencia se deben: a las migrañas, la sinusitis, un resfriado, etc, los dolores abdominales se deben con frecuencia a tres enfermedades típicas: la úlcera gastroduodenal, la colotis y el cólico nefrítico, los producidos por este último son los más intensos, debido a que afectan a los conductos urinarios superiores y se relacionan con la presencia de cálculos urinarios. El dolor es lumbar, rodea el costado y se irradio hacia los órganos genitales, sin embargo, los dolores abdominales más frecuentes se producen por el exceso de comida y bebida.
Las características de los dolores torácicos pueden provocar un error. Se dice que todo dolor en la zona del corazón, en el pecho y la espalda, que se extiende como una opresión por el hombro y brazo izquierdo, es un claro síntoma de angina de pecho o infarto de miocardio. Es cierto que así es, pero también puede ser debido a contracciones musculares sostenidas e involuntarias de los musculos torácicos o a enfermedades pulmonares.
Desde la antigüedad el hombre ha luchado contra el dolor (o al menos lo ha intentado). Últimamente se ha avanzado, se dispone de un gran arsenal para combatir todo tipo de dolores. Bajo el nombre de analgéicos se agrupan todos los medicamentos que alivian esa sensación de dolor. Estos se dividen en:
Además del dolor y la fiebre hay otros sígnos claros de que se está iniciando una enfermedad. Entre ellos estan los siguientes:
La Disnea o Dificultad para Respirar. Es un síntoma muy común en personas mayorea, indicativo de una afección cardiaca o bronquial de fácil diagnóstico cuando se acude a la consulta médica.
La Disminución de Apetito. Puede deberse a trastornos del hígado.
El Estreñimiento. En personas que no tienen dificultades para evacuar, normalmente, puede ser preocupante se este persiste. También hay que tener mucho cuidado con las dearreas rrepentinas, ya pueden deberse al inicio de una lesión del páncreas o del colon.
La orina. También suele ser un signo de enfermedad. Hay que vigilar su color. Normalmente es amarillo oro, sin residuos y límpido, cuando se torna de color caoba puede indicar una infección hepática y si es sanguinolenta, una lesión en el aparato urinario. También la cantidad de orina es importante, sobre todo si alcanza varios litros al día, en el caso de ser diabéticos.
La Pérdida de Sangre. Cualquier hemorragia, escasa o abundante puede ser el síntoma de una enfermedad más o menos grave.
El Cansancio Sin Causa Aparente. Puede ser síntoma, por ejemplo, de una insuficiencia cardiaca, por leve que sea. En cualquier caso es necesario acudir con el médico.